En muchos lugares los estilos de vida y las realidades económicas posibilitan un régimen alimenticio que involucra cuatro comidas al día: desayuno, almuerzo, merienda y cena. Y en algunos sitios, incluso se acostumbra a ingerir entrecomidas o el famoso “tentenpié” hasta que nos toque llegar nuevamente a la mesa; sin embargo, creemos que la costumbre y nuestra realidad han llevado a que la clase media realice en promedio tres comidas diarias.
Sea cual fuera el régimen normal al que hayamos acostumbrado a nuestra familia, lo cierto es que nunca se deben abandonar las comidas que de por sí ya forman parte de nuestra dieta diaria.
Es más, muchos han tenido la creencia, errónea por cierto, que para bajar de peso se deben suprimir alguna de estas comidas, es decir, muchas evitando el desayuno o la cena, o incluso en otra ocasiones disminuyendo dramáticamente el contenido del almuerzo. Esto aunque parezca increíble es un tremendo error y no conseguiremos más que enfermar nuestro organismo y crear secuelas dañinas para nuestro cuerpo.
Uno de los hechos más comunes cuando se realizan esta clase de “dietas” es que cuando evitamos una de estas comidas terminamos comiendo mucho más en la siguiente, y por lo tanto, esa cantidad adicional será almacenada en alguna parte de nuestro cuerpo como una grasa poco deseada.
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La verdad es que nuestro complejo organismo es lo suficientemente sabio como para saber que lo que comemos no es suficiente, y es a partir de ahí que éste economiza y distribuye mejor los nutrientes, pero sobre todo, almacena una reserva que lo llevará a utilizarla cuando exista falta de alimentos. El resultado es que muchas veces, esto termina perjudicando nuestro deseo de vernos más delgados, mientras que por otro lado, estamos dejando de ingerir los nutrientes necesarios e indispensables que toda persona necesita.
Lo ideal que debemos hacer para bajar de peso, siempre será mantener las comidas a las que estamos acostumbrados, pero reduciendo las cantidades que usualmente recibíamos en cada una de ellas.
La recomendación de comer más de tres veces al día es uno de los consejos alimentarios más extendidos en los países industrializados, si bien las razones científicas que explican los beneficios para la salud de esta frecuencia de consumo podrían variar en los próximos años. Estudios realizados en animales que han llevado a cabo 2 comidas diarias están mostrando que este número de infestas es beneficioso para la salud y alarga la esperanza de vida de animales de laboratorio. Pronto se espera probar estos resultados en humanos.

El efecto del número de ingestas diarias sobre el metabolismo se estudia desde hace más de 40 años. La pregunta de si es más saludable comer poco pero de forma frecuente es una de las más formuladas. Hasta hace poco todas las investigaciones científicas han corroborado que comer cinco o seis veces diarias influye positivamente en la prevención y el tratamiento de enfermedades como obesidad, enfermedades cardiovasculares o diabetes. Asimismo, han relacionado el aumento de la frecuencia de consumo de alimentos con una disminución de la cantidad de grasa corporal, de la concentración en la sangre de colesterol total y colesterol LDL y de la intolerancia a la glucosa.
Otros estudios constatan también la relación entre la frecuencia de consumo, el no desayunar y la cantidad de comidas realizadas fuera de casa con el riesgo de padecer obesidad. Según los resultados, a mayor número de ingestas, menor riesgo de obesidad. Sin embargo, el hábito de saltarse el desayuno y tomarlo fuera de casa se ha asociado a un aumento de la prevalencia de esta enfermedad crónica.
Nuevas evidencias desde el reino animal
La restricción calórica, la reducción en el número de comidas y los ayunos de un día para otro pueden suprimir el desarrollo de varias enfermedades y aumentar la esperanza de vida en roedores. Con estos hábitos alimentarios, las ratas de laboratorio experimentan una mayor protección frente a la degeneración en modelos animales de Alzheimer, Parkinson y enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio.
También se ha probado un aumento de la resistencia al estrés. Así, un estudio del Laboratorio de Neurociencias y el Centro de Investigación Gerontológico de Baltimore (EE.UU.) constata que la disminución en el aporte de calorías y los ayunos intermitentes en ratas aumentan la producción de una sustancia en el cerebro, BDNF o 'brain-derived neurotrophic factor'. Según el estudio, este componente aumenta la resistencia de las neuronas a la degeneración natural por el paso del tiempo y estimula su recuperación en caso de lesión o enfermedad.
Tras estos llamativos datos, recientemente se han publicado investigaciones sobre los efectos de la reducción de la frecuencia de comidas en personas adultas sanas, sin disminuir el aporte de calorías y manteniendo la ingesta recomendada de vitaminas y minerales. Los resultados indican que no hay cambios significativos en la frecuencia cardiaca, en la temperatura corporal o en la mayoría de parámetros biológicos analizados en sangre. Sin embargo, cuando se consume una sola comida al día, se da una disminución significativa de la masa grasa corporal. Por contrapartida, se evidencia un mayor mal humor y un aumento de la presión sanguínea y la concentración de colesterol total en sangre.
La restricción calórica, la reducción del número de comidas y los ayunos pueden suprimir el desarrollo de varias enfermedades en ratas
El Departamento de Bioquímica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maltepe en Estambul (Turquía) arroja también datos recientes. El Ramadán es el mes del ayuno del Islam, durante el cual los musulmanes sanos no comen ni beben ningún líquido durante las 12 horas del día. Esta costumbre religiosa se convierte, por tanto, en un modelo de ayuno intermitente que ha sido estudiado por los científicos de dicha Universidad. En este sentido, se ha descubierto que este tipo de ingesta no revela cambios significativos en los niveles de colesterol total, LDL o triglicéridos. Sin embargo, aumenta la proporción del colesterol bueno (HDL), lo cual disminuye el riesgo cardiovascular y aumenta la capacidad del organismo para luchar contra procesos inflamatorios.
La recomendación profesional
Los científicos han planteado la necesidad de investigar más y de realizar nuevos estudios controlados sobre cómo influye en la salud humana la frecuencia de ingestas diaria. Los mismos investigadores vaticinan que se necesitará tiempo y muchos trabajos acreditados para poder extraer conclusiones que después puedan extrapolarse a la población general.
Por tanto, la recomendación actual para personas sanas sigue siendo la de comer entre cuatro y cinco veces al día. Hasta el momento hay una extensa bibliografía que acredita esta práctica alimentaria como buena para la salud. Además, las tres comidas diarias están completamente asumidas en los hábitos y la cultura alimentaria de España. No obstante, y a la luz de los conocimientos actuales, es conveniente que las personas con problemas metabólicos (diabetes u obesidad) o cardiovasculares sigan el consejo profesional de su médico y nutricionista, ya que en los próximos años podrían salir a la luz nuevos resultados esclarecedores.
¿por que es importantes comer varias comidas al dia?
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